No puedo más. Confieso que me has ganado la batalla, aunque a decir verdad, estabamos en guerra?, no verdad?, pero eso parecían nuestros encuentros.
He llorado lágrimas en el alma, con ellas lavó aún todas las bellas expectativas que tuve y que he perdido. Me vendí cometas que no pueden surcar el cielo, son simplemente pedazos de papel asidos a un marco rígido y nada útil. No alzarán el vuelo jamás, por más intentos que haga, mis cometas no tienen cauda que los ayude a volar, la cuerda se rompe con gran facilidad.
Observo extrañada, a punto de la incredulidad. Escucho una voz empequeñecida: "ha llegado la hora de dejar de luchar"...
-¡NO POR FAVOR! -respondo.
-Entiende ya no hay más.
-Es un error que lamentaré
-Ya has lamentado tanto, que algo más, qué más da.
-Que simple se escucha, pero no lo es, y tan solo alzo la vista hacia el cielo, evito mirar a mi cometa que yace en suelo, y un grito potente se me escapa: ¿POR QUÉ?
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